Y la dejaron ahí, en la parada de autobuses, esperando a que llegara el que le habían recomendado. Pasaron tantos autobuses como hombres por su cama... y todo se reducía siempre a lo mismo. Quería marcharse, echar a volar, olvidar que un día amo tanto a alguien que acabo por destrozarse y no reconocerse a si misma. Le cerraron las puertas del paraíso de un portazo y así acabó ahogando sus penas en alcohol, disfrazada de lo que no era, pensando, que así podría volver a empezar, poniendo mantas a su corazon...

No hay comentarios:
Publicar un comentario